No estoy tan seguro de que la muerte fuese instantánea como lo declaró Tica a la policía (tratando de salir del lío descomunal en que la había metido la muerte de Johnny en su departamento, la marihuana que habia al alcance de la mano, algunos líos anteriores de la pobre Tica, y los resultados no del todo convincentes de la autopsia. Ya se imagina uno todo lo que un médico podía encontrar en el hígado y en los pulmones de Johnny).
Julio Cortázar, El Perseguidor.
Siempre me pasa lo mismo cuando hablo con alguien sobre el queridísimo Julio Florencio Cortázar: aparece la referencia ineludible a Rayuela. Sí, ya sé: es la novela experimental, es la novela viva, es la novela nueva para un Hombre Nuevo. Pero debo confesar (el ejercicio de honestidad intelectual) que no leí Rayuela. Apenas algunos capítulos. Por no haberla leído, le conozco el pulso. La siento vibrar con el ímpetu que ya tenía cuando todavía estaba en borradores. Sé que, de acuerdo al tablero de dirección que el autor propone, el capítulo final nos conduce al anterior y éste de nuevo al capítulo final, y que por eso no se acaba nunca. Rayuela es la novela escrita para gente grande que sólo los jóvenes supimos entender. Y eso me enorgullece.
Pero cuando aparece el nombre del juego patrio, yo siempre digo que prefiero hablar de EL cuento cortazariano. De ese cuento extraordinario que sí leí, que repasé hasta el cansancio.
Cortázar no ha escrito nada que me parezca mejor. Por supuesto, estoy hablando de El Perseguidor.
El Perseguidor es uno de esos cuentos que alguien tuvo que haber escrito. El Perseguidor estaba ahí. Siempre lo estuvo, y Cortázar lo encontró en el sonido del saxo a medianoche, a pura distorsión (después de la cual bien se puede morir).
El cuento narra los últimos días de vida del músico de jazz Charlie Parker: "Un día compré Lover Man, sin conocerlo. Al principio mi reacción fue negativa hasta que un día la cabeza me hizo click y desde entonces muchas cosas que había oído hasta ese momento perdieron sentido. Su música fue muy importante para mí" (*).
El Perseguidor narra episodios de la vida de Charlie Parker, y sin embargo eso es lo de menos. Eso no importa, porque curiosamente en ese cuento está Cortázar más que nunca. Más que en ningún otro cuento de casonas argentinas y cartas que no llegan a destino.
Si pasamos de otros cuentos suyos a El Perseguidor, vemos que hay una ruptura. En este relato tenemos verdadera conciencia de la gravitación de personaje: "Antes de El perseguidor yo ya había escrito algunos cuentos que no tienen nada de fantástico , que son muy humanos, como Final del juego. Pero la primera vez en la que la historia es el personaje, contiene al personaje, está determinada por el personaje, fue en El perseguidor" (*).
Cortázar fue y vino de Buenos Aires a París, siempre con nuevos libros: con La vuelta al día en ochenta mundos, con Último Round... Pero yo no pude leer bien sus libros, que abría en las largas madrugadas, entre el sueño y la vigilia. No pude porque siempre, inevitablemente, vuelvo a hablar de este cuento suyo.
"Yo leí en un diario una pequeña biografía de Charlie Parker en la que se daba una serie de detalles que yo no conocía: los períodos de locura que había tenido, cómo había estado internado en Estados Unidos, sus problemas de familia, la muerte de su hija, todo eso. Fue una iluminación. Terminé de leer ese artículo y al otro día o ese mismo día, no me acuerdo, empecé a escribir el cuento. Porque de inmediato sentí que el personaje era él; porque su forma de ser, las anécdotas que yo conocía de él, su música, su inocencia, su ignorancia, toda la complejidad del personaje, era lo que yo había estado buscando" (*). Era lo que había estado buscando. Él, Cortázar, es en realidad el perseguidor.
Todo escritor escribe en realidad un único cuento, encuentra un tema único, el único verdadero para nosotros los lectores. Ese tema está más allá de todo boom, sin tratar de ocupar ningún puesto, y de esa manera está El Perseguidor en la obra cortazariana: no trata de dar la vuelta al día en ochenta mundos, ni salta jugando a la terrible rayuela, y no pierde ni gana el último round. El Perseguidor está sencillamente solo, como lo está el saxo en medio de la noche, la angustia en el pecho, el sueño inalcanzable del hombre en el corazón.
Creo que con él Cortázar encuentra su aventura primera y última, su tema definitivo, lo humano esencial, el objeto de nuestra búsqueda inacabable.
En El Perseguidor se concentra nuestra ambición, ese hambre universal de lo otro. Por haberlo escrito, Julio Cortázar sabía que todos perdimos algo que nos lleva toda la vida (o toda la muerte) encontrar, y que hay un punto en la caída de Alicia en el país de las maravillas que se conecta con el personaje de Verne que fue a dar al centro de la tierra.
(*) De "Cortázar por Cortázar", entrevista realizada por Evelyn Picon Garfield.
Creo que con él Cortázar encuentra su aventura primera y última, su tema definitivo, lo humano esencial, el objeto de nuestra búsqueda inacabable.
En El Perseguidor se concentra nuestra ambición, ese hambre universal de lo otro. Por haberlo escrito, Julio Cortázar sabía que todos perdimos algo que nos lleva toda la vida (o toda la muerte) encontrar, y que hay un punto en la caída de Alicia en el país de las maravillas que se conecta con el personaje de Verne que fue a dar al centro de la tierra.
(*) De "Cortázar por Cortázar", entrevista realizada por Evelyn Picon Garfield.
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